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viernes, 18 de noviembre de 2011

Ha muerto Jorge Rueda. Hasta siempre maestro

Ha muerto Jorge Rueda, un fotógrafo indomable, provocador y enemigo declarado del poder. Su obra, y su labor en la revista Nueva Lente, revolucionó la fotografía española de finales de los 60 y principios de los 70. Fue la época en la que, bajo su impulso, nació una generación de fotógrafos (entre los que tengo la suerte de contarme) que abrió nuevos caminos y espacios en la fotografía de este país.
En junio de 2008, ya retirado de la vida social y fotográfica en Almería, Núria Gras le hizo una entrevista en la que se puede intuir la personalidad de esta gran figura de la fotografía de la segunda mitad del Siglo XX. Hoy publicamos de nuevo esta entrevista como un pequeño homenaje a este gran maestro.
Manel Úbeda

©Jorge Rueda
No se puede hablar de la historia reciente de la fotografía española sin acercarse a la obra de Jorge Rueda. Su trabajo fotográfico es reflejo y memoria de una generación transgresora, combativa, inteligente y crítica, que se valió de la fotografía para luchar contra los convencionalismos y dibujar un nuevo horizonte humano y fotográfico
El nombre de Jorge Rueda está inevitablemente unido a la revista Nueva Lente, icono de la fotografía de vanguardia a finales de los años 70. Rueda capitaneó la nave desde 1975 hasta 1979 y con su trabajo fotográfico y editorial impulsó un cambio sin precedentes en la fotografía española.

¿En que se fundamenta tu trabajo fotográfico?
No entiendo lo que quieres que responda, porque no sé en que se fundamenta. Quizá prefiero pensar que los años-vida que me cuelgan tendrán mucho que ver con ese… “fundamento”

Si tu trabajo fotográfico se basa en la manipulación, ¿Qué fotografías en realidad?
Eso sí que lo sé. Como cualquier fotógrafo, fotografío realidad manipulada. Ya que LA REALIDAD no existe, sino tantas realidades como sujetos que las produzcan o las perciban.

A menudo tus imágenes aparecen acompañadas de títulos escandalosos, frases provocadoras o incluso poemas. ¿Qué importancia tiene la palabra escrita en tu obra fotográfica?
Ninguna. Me invento los títulos sobre la marcha, sin otro fin que el de poder identificar cada estampita.  Los textos que a veces las acompañan, no son más que adornos expresivos para llenar espacios en mis libros, ofreciéndome más completo. Hay una buena parte de mi “club de fans”, que prefiere esos escritos.
Pero no es que "una imagen valga más que mil palabras", sino que nada tiene que ver con ellas. Son lenguajes distintos y complementarios, que van dirigidos a sus correspondientes sensores en el entendimiento.


¿Porqué estás en guerra con el surrealismo?
No lo veo así. Pero sospecho que mis “fabricados” tienen mucha menos consistencia que lo surrealista, ya que mi bajo nivel cultural no me permite, ni quiero, mirar por el retrovisor. Digamos que trato..." ciertas fantasías imaginativas". Con la pretensión de sugerir, proponer, inquietar. Y no creo que eso pueda llamarse surrealismo, aunque a alguien se lo recuerde.
©Jorge Rueda
Quizá la historia hablará de una vanguardia artística llamada Jorge Rueda...
¿Vas de farol?
Porque no se me pasa por la cabeza nada que ocurra después de que estire la pata. Pero es que además, hay bastantes fotógrafos, que tratan brillantemente estilos parecidos.

Tu eres uno de los representantes más importantes de una generación que hizo historia en la fotografía española, ¿como ha evolucionado tu trabajo desde tus inicios hasta hoy?
Mi torpeza para el análisis es estremecedora. Así que no me entretengo en ese tormento.
A veces pienso-noto que me repito o que me contradigo. Pero escurro el bulto pensando que sólo soy yo quién lo pilla. Y soy incapaz de mirar lo que hago, con la distancia necesaria para juzgar su crecimiento.  Las pocas veces que lo intento, tengo la inevitable sensación de estar haciendo siempre lo mismo.

Con tu labor al frente de la revista Nueva Lente, entre 1975 y 1979, cristalizó el trabajo incipiente de muchos de los grandes nombres de la fotografía española. Las fotografías de Pere Formiguera, Toni Catany, Joan Fontcuberta, Carlos Cánovas... se mezclaron, en las páginas de la revista,  con unos textos inteligentes y a menudo muy incisivos, que solías firmar tu.
Háblanos del espíritu de esta legendaria, y ya desaparecida, publicación y de lo que representó en el contexto fotográfico de finales de los setenta.
No me atrae nada mirar atrás. Todo es cuestión de talantes. Y el “talante evolutivo” tiene el feo vicio de ser extremadamente lento y repetitivo.
Innovar, proponer, abrir puertas, proyectar, conocer. Fueron los pilares de la publicación. Aunque no te olvides de la riquísima participación internacional que la frecuentó. Ya que fué considerada como referente mundial. Y nadie se negó a publicar o intercambiar trabajos en sus páginas.
Pero tampoco soy ni fui un inventor. Ya que los inventores arriesgan mucho más, al asomarse a la vertiginosa ventana del vacío.
Solo asumo riesgos si están bien calculados. Por tanto, te cambio lo del papel revolucionario que me atribuyes, por el de intentar ser papel higiénico algo áspero y rugoso.

En treinta años la sociedad y la fotografía han experimentado profundos cambios ¿Cómo percibes a las nuevas generaciones fotográficas? ¿Crees que parte de vuestra herencia fotográfica ha perdurado?
No conozco a mis herederos por línea directa, ni tampoco esos cambios profundos que citas. Sí que veo cambios de cáscara. Los profundos, necesitan un mínimo de cinco siglos para notarse. El bicho humano, como todos los bichos, tiene tendencia natural a repetirse machaconamente.

¿El tiempo, y el mercado, ha hecho justicia a los autores de tu generación, algunos totalmente olvidados, como Eiguiguren, otros encumbrados a los más iluminados altares?
Subir a ratitos  al olimpo para saludar, tiene su precio, porque arriba siempre hay nieve y molestan mucho los codazos.  Por eso, muchos no aguantamos la tiritera y dejamos enseguida  sitio libre, para que los dioses disfruten del confort que se merecen.
Además de que soy bastante bruto e inconveniente, para que se me pueda soportar allá arriba, entre tanto artista vinagroso y estreñido.


¿La Fotografía de Autor como vehículo de crítica social y de cambio sigue teniendo sentido, o por el contrario los condicionantes del mercadeo del arte han acabado por pervertir el concepto genuino de la Obra Personal? 
A estas y otras alturas, tendría que proponer  que lo más seguro es un fortín de acero inoxidable, para resguardarse de la huracanadas que  nos acechan. Sin que por ello haya que privarse de acometidas y ataques sorpresa al enemigo común, que es el poder, en cualquiera de sus formas.
Pero por mucho que nos resistamos, el mercado manda en cualquier orden de la vida. Ha llegado el tiempo, en que más que personas o votantes, nuestro valor reside en lo que rindamos como consumidores. Quién no sirva al imperio del consumo, en uno u otro grado, está sobrando.
Y quien no lo reconozca, se está engañando.

Uno de los cambios más relevantes en fotografía ha sido la incorporación de la tecnología digital. ¿Como has vivido este cambio como fotógrafo?
Ese cambio radical, violento y sorprendente, fue para mí una rica y deslumbrante fuente de placeres. Porque necesitaba una herramienta así de completa y eficaz, para seguir contando mis cosas y creciendo.

¿Y como espectador?
Me apena la perversión de su uso, básicamente orientado a consumir. Y no le veo remedio.

Gracias Jorge por todo lo que nos has dado. Hasta siempre maestro

Núria Gras

1 comentario:

  1. Querido Manel,

    Con el mayor de mi respeto a tu cariñosa despedida te matizo que Jorge Rueda jamás se retiró ni de la vida social ni de la fotográfica.

    Ni siquiera hoy podríamos usar ese verbo, otro cosa que le hayan vencido.

    Un fuerto abrazo
    Rocío

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