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jueves, 16 de septiembre de 2010

Visa Pour L'image 2010. Sensaciones Encontradas

Visa me produce siempre una extraña sensación de reencuentro y de pérdida casi al mismo tiempo, algo así como nostalgia.

Septiembre, la luz limpia y refrescante que luce en el sur de Francia en esta época, la ilusión de un fin de semana en la frontera, el agotador paseo por los singulares edificios donde se exponen los trabajos y el viaje interior que siempre representa enfrentarse a los reportajes y al mundo que nos muestra Visa Pour l'Image.

Cada año es así y cada año aparecen opiniones y sentimientos contrapuestos, sobre el ayer, el hoy y el mañana de este histórico festival. Es cierto que mucho se le puede criticar: la falta de un completo catálogo con el que, año tras año, se llegue a construir el rastro de unos hechos y de unos trabajos que de otro modo difícilmente habrían llegado a ver la luz. La lentitud en cómo el festival asume los enormes cambios que están sobreviniendo en la fotografía, los medios informativos y el mundo en general, es otro de sus puntos débiles, ello hace que algunos piensen que ha llegado el momento del cambio.


Visa nació hace 21 años como un festival independiente destinado a dar visibilidad a trabajos que no contaban con un espacio en los medios. Hoy algunos de esos medios apadrinan el festival, y por esta razón, Visa navega por una fina linea de contradicción.


Pero a pesar de todos los pesares, Visa es un milagro de resistencia y de empeño, el de su director Jean Fraçoise Leroy. Una cita obligada para cualquier persona amante de la fotografía, pero en el que también tiene cabida un publico inquieto y no especializado, familias, estudiantes e incluso expediciones escolares. Y es que en nuestra sociedad, cada vez más visual, donde el flujo de información es constante, Visa es una ventana abierta al mundo y buen lugar para el aprendizaje.

Visa ofrece algo impagable al espectador: un espacio donde establecer una particular relación con las imágenes, a partir del criterio, no siempre certero, del director del festival. Una reflexión sana y necesaria que, personalmente, siempre me ayuda a afinar mi juicio y a sentir mi yo fotográfico intensamente.


Como cada año, los trabajos de Visa transitan por los acontecimientos que han sido de plena actualidad durante los doce meses anteriores. Acontecimientos políticos, conflictos territoriales, religiosos y catástrofes naturales, tienen su espacio reservado en Visa. Uno de los escenarios más repetidos en el festival ha sido el devastado territorio de Haití, tras el terrible seísmo que tuvo lugar en enero de 2010.


El festival también dedica una retrospectiva al gran William Klein, algunas de las mejores instantáneas del emblemático fotógrafo han podido disfrutarse en esta edición. Viendo las imágenes de Klein y el relajado descaro de sus modelos ante la proximidad de la cámara, me he dado cuenta de que estaba ante los vestigios de un tiempo fotográficamente irrepetible, ya nunca, ningún fotógrafo en el mundo, podrá repetir este tipo de imágenes. Ya no existe un lugar en el planeta donde la fascinación y el placer de ser retratado, permitan imágenes como las que, una vez, fotógrafos como William Klein lograron captar.


Ser espectador en Visa significa ver un sin fin de trabajos y de fotografías que se van sucediendo a lo largo de las horas. Siempre he intentado mantener una actitud respetuosa con las imágenes de los demás. Procuro dedicar tiempo y atención a todas las fotografías que veo, un gesto de respeto ante el esfuerzo y la valentía del autor. Sin embargo, en Visa, no todos los trabajos tienen la misma calidad, y a pesar de que valoro y reconozco el esfuerzo que hay detrás de todos ellos, los más destacados para mi han sido cuatro.


1) Justyna Mielnikiewicz, Shared Sorrows, Divides Lines, un trabajo de largo recorrido sobre los conflictos culturales y sociales en el Cáucaso.

2) Stephanie Sinclair, Polygamy in America, ha sido reconocida con el premio Canon a la mujer fotoperiodista por este trabajo, profundo y cercano, sobre una de las iglesias mormonas más antiguas de América.

3) Munem Wasif, Tenemos fe en Dios, la religión islámica y el pueblo musulmán visto con los ojos de un fotógrafo musulmán, sin los prejuicios y los recelos con los que a menudo ha sido visto desde occidente.

4) Andrea Star Reese, The Urban Cave, a mi juicio, el trabajo más sobresaliente expuesto en Visa 2010. La lucha por la supervivencia y la esperanza de una vida mejor de un grupo de "sin techo" que viven en Nueva York. No es una historia sobre indigentes, es una historia sobre humanidad, un trabajo de una proximidad abrumadora sobre la dignidad y el poder de convicción de estos hombres y mujeres.


Al otro lado de esta personal selección de trabajos, está la historia presentada por Danielle y Olivier Föllmi, La Sabiduría de la Humanidad. Diez años de viajes: Islandia, Namibia, Egipto, Italia, Etiopía, Francia…. Apoyados, y seguramente financiados, por la UNESCO. Pero viajar ya no es privilegio de unos pocos elegidos, es algo que las personas hacemos asiduamente y con regularidad. Conozco personalmente algunos de esos lugares y también a algunos de los protagonistas de esas fotografías. Se exactamente desde qué lugar fueron tomadas y qué debería hacer para conseguirlas. Se, por ejemplo, que las tribus de Bushmans del nordeste de Namibia ya no cazan con arco, a no ser que se les pague para representar la escena. Lo mismo sucede con los Himbas, que habitan al norte del país y son uno de los mayores reclamos turísticos de Namibia. Se también que la Laguna Negra, en Islandia, es un resort reservado a los turistas.


Lo que parecía un buen punto de partida, un homenaje a la grandeza del hombre y a su dignidad, conceptos rescatado del la gran exposición The Family of a Man, de Edward Steichen, apareció ante mi como una colección de postales de extraordinaria factura, pero absolutamente superficiales, que no me decían nada, absolutamente nada.


Creo firmemente en el mensaje que el maestro Steichen nos quiso transmitir con The Family of a Man, reflexionar sobre la humanidad en positivo, mostrar su grandeza, su enorme potencial para construir y convivir, en lugar de mostrar su capacidad para matar y destruir. Y creo que trabajos que propongan una reflexión positiva tienen poco espacio en Visa. Por este motivo, el trabajo de Danielle y Olivier Föllmi me sabe a oportunidad perdida.


Texto: Núria Gras

Fotos: Manel Úbeda


2 comentarios:

  1. Me gusta un post en el que se afina en la crítica y no se limita a ser una reseña sin compromiso. Gracias. Juana F.

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  2. … gracias por la info Núria. Me adhiero a la nota de Juana F. Un saludo cariñoso!!

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